Boda Masia Cabanyes

Granja Escola Can Pere
Ariadna y Bruno se conocieron hace 12 años en lo que Ari define como «una fiesta de guiris que estaban en Barcelona». A pesar de que durante esa noche no estuvieron excesivamente juntos, ya hubo feeling; y después de ese día ambos preguntaban por el otro a sus amigos en común, así que ellos se encargaron de volverlos a juntar.
Después de 3 citas Bruno vio claro que Ari era la mujer de su vida, con quien quería sentar la cabeza y, por lo visto, la sensación fue recíproca, ya que en pocos meses fueron a vivir juntos y reafirmaban la estabilidad de su relación a base de convivencia, viajes e incluso, 2 hijos! Bruno, nacido en Brasil, había vivido en Lyon donde acabó sus estudios e hizo muchos amigos, algunos de los cuales lo relataron como padrinos en la boda, y después se traslado a Barcelona en lo que pensaba que sería la siguiente parada en sus viajes y aventuras. Ari, sin embargo y sin saberlo, le ayudó a centrarse, algo que él mismo nos confiesa que anhelaba, y doce años después sigue en Barcelona, casado y con dos preciosos hij@s!
Una boda siempre es un día especial, sin duda, pero creo que todavía lo es más cuando sirve para reunir a toda la familia como hacía años que no pasaba, como en el caso se Bruno, con sus padres y hermanos venidos de Brasil y Estados Unidos para la celebración. Así que no tenía mucho sentido limitarla a un día, y eligieron una casa de colonias Granja Escola Can Pere que les permitía pasar la noche todos los invitados y seguir con los festejos al día siguiente. No sé si cuando la eligieron ya imaginaron que la fiesta de la boda se alargaría hasta las 6 de la madrugada y acabaría con más de uno en la piscina… Pero vayamos en orden!
Cuando la pareja hizo 10 años decidieron ir a celebrarlo a Berlín, y al final de una cena romántica en un restaurante francés Bruno le entregó el anillo a Ari y le pidió que se casaran. A pesar de que era algo sobre lo que habían hablado, ella no se lo esperaba en absoluto y rompió a llorar de emoción, y él también se unió a las lágrimas. Después de ese momento, el viaje fue todavía más mágico, celebración de los 10 años de relación, celebración como recién prometidos, celebración de enamorados, en resumen!
Los dos tenían claro que querían que sus hijos tuvieran un papel protagonista en la boda, de modo que les hicieron responsables, ni más ni menos, que de la entrega de los anillos. Para que fuera sencillo y, a la vez, tentador, dejaron los anillos en una cesta, junto con sus «doudous». Aunque no siempre era difícil estar atentos a todo lo que pasaba, los niños disfrutaron con ellos, cogiendo el ramo, y escuchando al pavo real que de vez en cuando ponía el grito en el cielo.
La ceremonia nos dejó momentos emotivos e imágenes muy tiernas de la pareja, de los niños y de los invitados. El aperitivo y la cena lo dejaron en manos de Sibarum Catering, que se encargó de todos los detalles e hizo que las tres mesas en forma de U fueran un espacio íntimo y acogedor. También momentos muy divertidos, sobretodo cuando un amigo de Bruno, después de la cena nos hizo viajar a todos con una reproducción de las tradiciones propias de las bodas de otros países, haciéndoselas experimentar a los novios en primera persona. Reímos mucho, aunque en alguna el novio no se lo pasó tan bien, como con una tradición turca según la cual hay que pegarle con un trozo de madera en la planta de los pies…!
Les deseamos a Ari y Bruno una vida llena de emociones, de viajes, de risas y de llantos, aunque esperamos que más risas, de momentos con la familia y con los amigos. Vamos, que les deseamos que sigan como hasta ahora, simplemente, como marido y mujer!
















































































































































































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